Hace poco me econtré con esta noticia, que me pareció un interesantísimo ejemplo de conservación preventiva en un edificio. Se trata de la Catedral de Palencia, que en 2021 cumplirá siete siglos.
Interior de la Catedral de Palencia |
Este estudio es un proyecto de financiación europea (el proyecto SHBuildings) y está coordinado por la Fundación Santa María la Real. A lo largo, ancho y alto de todo el edificio se han colocado unos aparatos estratégicamente situados entre sus esquinas, en la cubierta, en grietas, detrás del retablo mayor, en las capillas, en el archivo, en la cripta... Son unos 130 dispositivos inalámbricos, de color negro y la mayoría del tamaño de una cajetilla de tabaco.
Estos dispositivos encierran unos sensores que vigilan la temperatura del interior, la humedad y si las fisuras en los muros aumentan de grosor. Son guardianes programados para alertar también si se iniciara un incendio o si los xilófagos se "pusieran las botas" con la madera de las imágenes que adornan la Seo. San Antolín, este impresionante templo gótico, aspira a convertirse en la primera catedral inteligente de España.
Unas 30 personas se han encargado de prepararlo todo paea saber cómo late el edificio, con un coste que ronda los 60.000€. Los sensores se comunican con un ordenador que está en la sacristía y que a su vez transmite la información a un servidor que está en Aguilar de Campoo, donde se encuentra la sede de la Fundación. Allí interpretan estos datos, así que en el momento en el que detectan un nivel superior a lo que debería lanzan una alerta y se actúa lo más rápido posible.
El director de la Fundación, Juan Carlos Prieto, aboga por seguir el viejo refrán que dice "Más vale prevenir que curar". Mientras los turistas contemplan el retablo renacentista de la capilla mayor, con tablas de Juan de Flandes (pintor flamenco que murió en Palencia en 1519) e imágenes del maestro francés Felipe Vigarny y de Gregorio Fernández, detrás hay un sensor para xilófagos. Éste los localiza poniéndoles un cebo de blandita y apetitosa madera. Cuando el insecto va a por ella, el detector avisa. Otro de los sensores colocados es un fisurómetro en una grieta que recorre uno de los triforios en lo alto de la nave central y que obligó a un operario a descolgarse desde la galería superior para instalarlo. El objetivo es comprobar si esa grieta va a más y determinar de dónde viene.
Operario colocando el fisurómetro. |
Por último, y menos visible pero más vigilado, está el archivo, con medio centenar de sensores contra agua o fuego que preservan cantorales, documentos, como la carta de fundación de una abadía en el año 932, y los libros que cuentan cómo se levantó la Catedral y los contratos con los artistas encargados de embellecerla; como el compromiso con Vigarny para que él tallara los rostros y manos de las imágenes del retablo, nada de dejárselo a discípulos. Todo un tesoro.
Por último os dejo un vídeo muy ilustrativo sobre esta catedral:
¿Qué os parece?
Fuente de las imágenes e información:
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